¿Qué era lo que tenía kaleth Morales que lo hizo convertirse en un referente?

Irrumpió en el universo musical con un estilo distinto, colonizó con su fraseo, sus versos, su ritmo y su puesta en escena a toda una generación que pronto lo entronizó como su ídolo; logró entrar por la puerta grande a espacios antes vedados para el vallenato, pasó a la historia con el título de rey, inigualable, único, inmortal... ¿Qué era lo que tenía Kaleth Morales que lo hizo convertirse en un referente?

Era un chico normal, nacido en un barrio popular de Valledupar, perteneciente a una familia normal, con un papá músico, una mamá ama de casa y tres hermanos menores estudiantes. Medico en formación, con el aguijón de la música hurgándole el alma desde los trece años cuando su padre Miguel Morales lo llevó a los estudios de grabación para cantar a dúo una canción. Y fue todo por el momento en el canto, aunque algunas composiciones suyas fueron grabadas por otros artistas.
Después apareció cantando una metáfora sobre una conquista y un juego de beisbol. Ahí empezó todo. Luego causó una verdadera revolución con su canción ‘Vivo en el limbo’ (https://www.youtube.com/watch?v=gv72te59VnA).Unos se preguntaban  escandalizados ¿qué es lo que canta ese pelao?, mientras otros - extasiados - encontraban identidad en lo que escuchaban, tanto en la letra como en el sonido.  Al poco tiempo se había convertido en un fenómeno. Su música fue distinta y con ella creó una marca.
Abel Medina Sierra, investigador, escritor y licenciado en lenguas modernas, trae aquí a colación el principio de The Bussy, que dice: “lo que primero es disonante, después es consonante. Hay cosas que primero te rechinan, pero después te acostumbras. A un joven no le rechinaba, decía: ¡Epa! Esto se parece a lo que a mí me gusta, al reggaetón, a la champeta, pero para un amante de los Zuleta, Villazón, Zabaleta, escuchar ‘Vivo en el limbo’, ‘De millón a cero’, ese fraseo, rompía con lo que estaba acostumbrado a escuchar en una canción.
El compositor Adrián Villamizar Zapata, uno de los gestores de la patrimonialización del vallenato tradicional, se refirió a una nueva versión del canto popular que comenzó a presentarse a finales de los años 90 llamado ‘nueva ola’, derivada del paseo tradicional. “En sus inicios mostró un interesante giro hacia un lenguaje fresco y melodías vivaces que llevaban un viaje ‘in crescendo’ hacia el estribillo, el cual se convertía en la parte esencial de la obra. Rítmicamente empezó a distinguirse por fusiones e hibridaciones  con otros ritmos festivos propios del Caribe en general como el chandé, la salsa y el sukus y en ocasiones hasta con la música country de los Estados Unidos. Esos primeros ejercicios musicales fueron abanderados por el joven cantautor Kaleth Morales Troya (q.e.p.d) quién manifestó en su obra influencias previas de compositores vallenatos como Fabián Corrales y Wilfran Castillo y una toque musical de los jóvenes cartageneros (Kaleth Morales estudió medicina en Cartagena) que experimentaban con una evolución romántica de la ‘champeta’, ritmo urbano del Caribe colombiano derivado de otros aires populares contemporáneos del África sub sahariana y del Caribe insular”.
“Kaleth se construyó músico con bases de música americana, música urbana, reggae, le gustaba mucho el grupo UB40, escuchaba salsa. Cuando se enamoró del vallenato, él implementó sus bases e hizo la fusión. Los fundamentos musicales fueron los que lo hicieron diferente y lo convirtieron en un referente para todos los jóvenes”, confirma Keyner Morales, hermano de Kaleth, quien hacía parte de su agrupación y ahora integra Los K Morales su otro hermano Kanner.
Se explica aquí uno de sus valores agregados y es que el suyo fue un vallenato urbano. “Kaleth quizás fue el primer compositor que comenzó a hablarles a los jóvenes en el lenguaje de ellos, un lenguaje juvenil. Con Kaleth, con sus hermanos, Los K Morales, los jóvenes encontraron a unos artistas que hacía música para ellos, porque hubo conjuntos infantiles (Édigar Murillo, Javier Gámez), pero cantaban música de Hernando Marín, para parranderos; en cambio con estos muchachos la gente sentía que era música hecha por jóvenes para jóvenes, Ahí comenzó la gente a identificarse con sus pares”, ilustra el investigador Abel Medina.
Por su parte Éibar Gutiérrez Barranco, acordeonero, cantautor y actor, dice que “cada generación necesita un sónico que le dé identidad y que lo distinga de las otras generaciones. Kaleth hizo una propuesta atrevida, innovadora y la gente necesitada de ese hecho, lo abanderó como su sentir. Podría darse una propuesta musical chévere, fresca y distinta, pero si la gente no está necesitando algo distinto no será bienvenida”.
Lo ratifica el compositor Rosendo Romero Ospino – ‘El poeta de Villanueva’: “Lo que pasa es que ya eso ya venía siendo parte del sentir del vallenato urbano, de ese vallenato que es con el pavimento, con los semáforos; que no es vallenato campesino, sino uno de los pelaos que están en las universidades, en los colegios y que nunca les ha tocado cruzar un arroyito allá encima de las montañas, no saben cómo se espanta una paloma del nido y nunca han escuchado el canto de la palguarata cuando está atardeciendo en las montañas; ellos no tienen ese sentir, esa visión; entonces componen de acuerdo con el medio que los rodea. Aclaro que eso no les da derecho a ser mediocres, a hacer cosas que no tienen sentido, porque la calidad no tiene edad, tiempo ni espacio; es calidad en cualquier momento”.
Sigue diciendo Adrián Villamizar que “al inicio de la nueva ola, sus principales autores además de Morales, otros como Leonardo Gómez (q.e.p.d), Richard Daza y Luis Alonso, mostraron sensibilidad en el manejo del idioma con alguna intención poética, pero utilizando giros y vocablos de un refranero urbano y popular recientemente instalado. Siendo todos ellos jóvenes profesionales o estudiantes universitarios, su estilo de comunicación textual se orientó hacia un público de jóvenes de colegio, con estructuras simples y de fácil interpretación por parte de una generación como la actual, cada vez más ajena al conocimiento de la literatura clásica universal”.
En esa parte, la composicional, Abel Medina destaca que “si hay algo que se quedó en la gente es que a pesar que era un lenguaje juvenil, tenía también ciertas sutilezas líricas, que eso sí se perdió”. Lo del fraseo lo heredaron los demás, pero esas sutilezas líricas que tenía él y otro que compartió con él, que surgieron en la misma época, le grabaron los mismos conjuntos y fallecieron con poco tiempo de diferencia, que fue Leonardo Gómez, tenía cierto lirismo en sus canciones. Eran una especie de trovadores juveniles. Decían algunas cosas de la jerga juvenil, pero también otras del lirismo y eso se quedó en sus seguidores, pero no lo imitaron los compositores que vinieron después”.
Hacer parte de ese combo de trovadores juveniles fue, según Éibar Gutiérrez, otra de las marcas diferenciales de Kaleth Morales: “Esa camada que creció con él Leo Gómez, Lucho Alonso, Silvestre Dangond; ellos coincidieron en la vida en un momento específico y eso hace sentir la compañía y el respaldo que hay veces uno de llanero solitario no podría sentir. En este caso fue una feliz coincidencia, la generación necesitaba un sonido distinto y especial y hubo una camada de músicos que lo propuso”.
Según el poeta Luis Mizar, Kaleth logró construir un vallenato poético con  los elementos actuales; reflexiona el poeta acerca del burro que tenían como medio de transporte los juglares que antecedieron a la nueva generación de compositores, que se moviliza hoy en autos lujosos, de modo que el elemento de conquista cambió. Morales Troya echaba mano de lo que tenía en su entorno y lo llevaba a sus canciones, dándoles un contenido real, como lo hizo con El Guante, en la que hace metáforas utilizando los implementos de un deporte que amaba: El béisbol.
A todo esto se suma su fraseo, otra de las cosas distintas que hizo, su forma de componer la frase musical. “Ya el vallenato tuvo una primera ruptura con fraseo, Escalona fue el primero que empezó a hacer unas estrofas con versos largos, no una simple cuarteta; después los compositores liricos, la generación de Gustavo Gutiérrez, Rosendo Romero, Tomás Darío Gutiérrez, Roberto Calderón…”, cita Medina Sierra y añade que el fraseo se notaba más que todo en la parte cantada; era un canto como precipitado, rápido, como si fuera un trabalenguas. “Eso se volvió un referente para los compositores que vinieron después”.
Para Éibar Gutiérrez, Kaleth Morales “hacía que sus frases literarias fueran percutivas (yo-no-se-que-me-pa-sa). Si lo cantas un poquito militar te das cuenta que aunque es una expresión literaria, la melodía de su composición era muy percutiva, y eso hace que lo bailes y lo expreses con el cuerpo y todos sabemos que musivamente ha sido un éxito la música que se puede bailar en las últimas generaciones”.
“Lo que ocurre es que el propuso una variante del paseo, se dio como un ritmito más pegajoso y propuso una forma romántica de cantar dentro de esa variante y eso fue distinto, en el modo de acompañar el acordeón, las voces y en tarima se soltó, que eso no lo hacían los cantantes antes, eran muy estáticos, el que más se movía era Diomedes Díaz que caminaba pa’ un lado, pal otro, se volteaba animaba a sus grupo. Kaleth empezó a hacer movimientos eléctricos muy parecidos a los de Luis Miguel (de México) y eso hizo que calara mucho en la juventud porque ellos veían a un pelao nuevo haciendo cosas distintas. La propuesta musical que él hace es lo que definitivamente se cataloga como ‘Nueva ola’. Lo que pasa es que las otras agrupaciones se montaron en el caballo que Kaleth dejó ensillado, porque Luifer Cuello tiene razón al decir que él fue el primero que grabó la canción que mencionaba la palabra nueva ola; eso es cierto,  pero la gente se inclinó más por lo que hizo Kaleth, la verdadera transformación la significó lo que él hizo kaleth”.
Esa puesta en escena a la que se refiere Rosendo Romero ha sido destacada también por otros artistas e investigadores. “Para mí, la puesta en escena de todos los músicos que han salido en el movimiento ‘Nueva ola’ se definió a partir de dos referentes: Kaleth Morales y Silvestre Dangond; esa la forma de moverse en el escenario, yo la llamo  teatralidad; consiste en evitar a los animadores; ellos mismos animan, interactuar con el público, paran la canción, ponen a la gente a cantar, van para allá, brincan para acá, se mueven, bailan, gesticulan; es decir, prácticamente los cantantes de hoy toman algo de Kaleth y algo de Silvestre”.
Ese toque distinto en tarima, Éibar Gutiérrez se lo atribuye a la herencia genética. “Miguel Morales por todos es conocido como una voz romántica, pero en tarima -yo lo viví, cuando estaba con Omar Geles- y el sabor de ‘Migue’ es una vaina bárbara y ese mismo sabor hace distinto a kaleth Morales”.
Eso distinto de Kaleth Morales se resume en que fue único y en las ganas que tenía de marcar una historia, según su hermano Kanner Morales; “Él quería convertirse en un ejemplo para las nuevas generaciones en el vallenato. Fue ese sueño de querer ser un referente tanto para las nuevas generaciones como para los maestros y mostrar que el vallenato podía tener una cara distinta a lo que ya estaba estipulado. Él, al tomar esa decisión, empezó a romper esquemas, reglas, sin faltarle al respeto al vallenato. Empezó a hacer nuevos ritmos, fusiones, a modernizar e internacionalizar el vallenato. Todo eso le dio esa fuerza y pudo llamar la atención, hacerse visible ante los seguidores del vallenato, de los intérpretes y eso lo convirtió en una persona que hoy es difícil de olvidar, porque logró su objetivo, que era convertirse en un referente para todos los que hacemos esta música”.
Lo expresado por Kanner se encuentra con lo dicho por Juank Ricardo, acordeonero de Kaleth, quien destaca “el talento, que era primordial, y la mezcla con un carisma que tenía para llegarle al público, fueron fundamentales para que su carrera fuera señalada como fenómeno”.
“Kaleth fue un músico con un talento genial para la melodía de sus canciones y además fue también un cantante novedoso en el género, con una tesitura especial de su voz”, resume Lucho Alonso, su amigo y colega en la música y en la medicina. Y visionario, añade Keyner Morales, quien relata que “una de las ilusiones que tenía era ganarse un Grammy, cuando aún esa categoría no existía para el vallenato”, lo que muestra a un joven que soñaba con trascender la música, más allá del género. Logró un alto sitial para su música.
“Fue la primera cresta de la ‘nueva ola’ y en parte bien recibida dentro del ambiente vallenato tradicional. Esta primera gran ola perdió rápidamente su fuerza con el intempestivo fallecimiento de sus dos más grandes y talentosos creadores: Kaleth Morales y Leo Gómez. La resaca de la marea trajo una siguiente oleada de múltiples autores e intérpretes que rápidamente acaparó sonidos y sentires  contemporáneos de las tendencias que llegaron desde Puerto Rico y los Estados Unidos con el movimiento del Hip-Hop, el Rap y el Reguetón. Las características de cortes rítmicos y fusiones se acentuaron; se aceleró el tiempo y las repeticiones y estribillos cobraron mayor fuerza. Con este panorama rítmico, resultaba muy complejo incorporar contenidos textuales enriquecidos y la música popular abandonó de plano cualquier intención poética o sutileza en el manejo del idioma, concentrándose los compositores en una monotemática de ficciones amorosas, festivas, burlescas y en la cual la descripción de la mujer y de situaciones románticas se saturó de clichés, lugares comunes y erotismo, siguiendo la línea retórica de la música urbana del Caribe”, escribe Adrián Villamizar.
Rosendo Romero precisa que Kaleth dejo la plataforma montada, pero los que siguieron no le dieron continuidad “Por eso se cae ese movimiento. El movimiento de la nueva ola se cayó” y reitera la singularidad del joven cantor: “El único artista que entró a la mega de una fue Kaleth, el primero. Es que kaleth es un fenómeno y con eso te lo digo todo. Kaleth es el pequeño Bob Marley del vallenato, considerando que Bob no tiene comparación en el mundo, a ese lo han imitado todos. Bob al menos alcanzó a hacer su trayectoria. Kaleth no alcanzó.
“Eso es verdad totalmente. Siempre lo he dicho. A nosotros se nos ha convertido en una responsabilidad muy grande ser hermanos de él porque nos exigen más que a los otros artistas, porque nosotros seguimos su legado, pero me doy cuenta que si nosotros que lo conocimos bien, que crecimos con su música, viendo cómo él hacía su música se nos hace difícil superarlo porque él era así, esa era su esencia y eso es algo que ninguno de los otros artistas tiene, ni el número uno, ni el dos, ni el tres de los nuevos artistas, de esta generación de una década hacia acá ninguno ha podido superarlo y creo que por ahora no habrá quien lo supere. Creo que Diomedes es insuperable y Kaleth va a ser insuperable, tal vez dentro de diez años tengamos un artista que va también a convertirse en un referente y llegara con nuevas ideas, pero ninguno va a superar lo que hizo Diomedes y lo que hizo Kaleth”, corrobora Kanner.
Al escuchar a sabedores, amigos, admiradores y colegas, a la luz de sus letras y sonidos, se encuentran argumentos suficientes para entender que Kaleth Morales se haya convertido en un referente. A esto se suma el hecho de la desaparición cuando estaba sentado en el trono de su reinado. “Yo quede como en el aire, no asimilaba bien las cosas”, recuerda su acordeonero JuanK Ricardo.
“Hay un hecho que comercialmente pesa mucho y es esa desaparición temprana. La muerte a muchos artistas les ha significado sonar mucho más muertos que vivos y esa muerte inesperada en una carrera creciente catapultó aún más la imagen oficial de Kaleth”: Éibar Gutiérrez. Y reafirma Abel Medina: “Naturalmente el hecho de el martirio cuando un artista muere joven, eso lo anida en la memoria de la gente, que empieza a mirarlo no tanto por lo que fue sino por lo que pudo ser; entonces a veces comienzan a sobredimensionar y dicen: si Kaleth no se hubiese muerto le tuviera la pata en el pescuezo a Silvestre; eso quizás nunca hubiese pasado, pero la gente siempre sobredimensiona cuando llega la muerte sobretodo tan joven”.
Kaleth Morales Troya murió a las 8:15 de la mañana del miércoles 24 de agosto de 2005, a raíz de las heridas sufridas en un accidente de tránsito, entre la carretera entre Plato (Magdalena) y Bosconia (Cesar) la tarde anterior. La noticia golpeó en el alma a toda una generación que vio irse al que les cantaba a ellos y el dolor se colectivizó de tal manera que también lo lloraron lo acompañaron su sepelio, distinto y único igual que su música- los más fieles seguidores del folclor raizal, que entre lágrimas y conscientes de que algo se había partido en dos, entonaron “te veo y me siento como aquel que está muriendo de la dicha…”.



María Ruth Mosquera

@sherowiya

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