En el 'día final'…

El tocadiscos pregonaba una verdad pertinente e innegable que por alguna razón me estremeció por dentro: “hay corazones que les da tristeza, que les da tristeza al llegar diciembre, hay corazones que al llegar diciembre, que al llegar diciembre, se ponen alegres…”.

¡Celebremos!

Llegó el 24 de diciembre. Me encanta este día. Me gusta todo el mes de diciembre porque todo es diferente cuando llega: La brisa viaja con un mensaje implícito que es distinto al cotidiano, el cielo toma otro matiz, los colores son más vivos y el espíritu de la gente es más sensible al cariño, al amor, tal vez por la connotación de lo que conmemoramos cada año.

Hoy, muchos madrugamos para cumplir una cita a las cinco e la mañana en el distrito Manantiales (Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia - Valledupar), donde llevábamos ocho días reuniéndonos para celebrar la Novena Navideña… No se imaginan a Santiago, mi sobrino, intentando bañarse a esa hora sin que el agua lo tocara.

Yo decido ser solución… ¿y tú?

El cielo amaneció misterioso, con nubes ‘agazapadas y tensas’ como si estuvieran a la expectativa de algo. Las gotas trasnochadas se aferraban a hojas y tendederas, desafiando la gravedad y todo estaba gris.
“Qué día tan extraño”, decía mi hermana, contemplando el panorama que poco a poco se fue matizando con una llovizna imperceptible que lo arropaba todo…

Y empezó la cotidianidad, tan igual y tan distinta, con sus orillas tan opuestas, en contraste.
Aquí, los que anhelaban un día diferente, con el sol que a menudo rechazan; allá los que disfrutaban el clima frío en tierra caliente, que agradecían al Dueño de todo por la oferta de un nuevo horizonte.

“Enciende una luz y déjala brillar…”

Por más que lo intenté, acudiendo a aquel material de que estamos hechos los periodistas, de mantenerme fuerte ante las noticias tan lúgubres que se generan por estos días en el país no lo logré y hoy les confieso que en varias oportunidades me he derrumbado viendo cómo personas comunes y corrientes, como yo, en un santiamén entran en la lista de los ‘damnificados por el invierno’.
Esa una expresión tan general, tan global ante las individualidades de los seres humanos que hoy aguantan hambre, frío y el dolor por los ausentes…

Shocquibtown

"Somos pacífico, estamos unidos
Nos une la región
La pinta, la raza y el don del sabor"

No conozco personalmente a Tostao, ni a Goyo ni a Show, pero con ellos tengo en común algo muy importante: que ‘Somos Pacífico’, que vienen ‘De donde vengo yo’,  del Chocó, esa hermosa y lluviosa zona del suroccidente colombiano, donde el verde es mucho más verde y el amor es más cálido.
Ellos me hacen experimentar ese orgullo grande que se siente de ser uno de donde es, de compartir terruño con personas tan bacanas.

Es que se veían tan imponentes allá en Las Vegas, en la ceremonia de los Grammy, contando que “de donde vengo yo/la cosa no es fácil pero siempre igual sobrevivimos/de tanto luchar siempre con la nuestra nos salimos/y aquí se habla mal pero todo está mucho mejor/tenemos la lluvia el frío el calor… Hay minas llenas de oro y platino/reyes en la biodiversidad/bochinche entre todos los vecinos/y en deporte ni hablar”.

Adiós a la mujer de los instintos guerreros

Edelma está en el cielo.
Una persona como ella no pudo haber ido a otro lugar, después de abandonar el mundo terrenal.
Ayer, cuando Daniel Mera (amigo, periodista) me dijo –por el Chat- que ella había muerto, experimenté una sensación muy fuerte; fue una noticia trasteen extremo.
La conocí hace poco en La Paz, municipio cesarense en el que nació. Fue un encuentro muy agradable porque al vernos entendimos que algo nos unía: nuestros ancestros, el amor por la literatura y la esencia de las cotidianidades que nos inspiran e inspiraban a escribir.

¡Avise dónde va a estar!

- Muy bonito… un día de estos le voy a dar rejo (fuete) por desaparecerse todo el día sin avisar dónde está.

- Madre, pero si tú sabes que me tocó viajar y después estuve en el periódico, trabajando…

-Sí, pero la costumbre es que usted (me interrumpe y no me tutea) llame cuando se va a demorar… Ustedes como hijos no saben cuánto sufre una madre….

De nuevo pronuncia una retahíla sentimental que ya yo me sé de memoria. Entonces la abrazo y le prometo que no volvería a pasar, teniendo como única certeza la convicción de que faltaré a mi promesa el primer día de trabajo acelerado que se me presentara.

Hola

Este será mi espacio.


Soy una amante de las historias. Me deleito escuchándolas y -por supuesto- me gusta contarlas, untarlas de un poco de mí para dar cabida a un relato propio, con mis matices, mis percepciones, mi esencia. Se verán entonces aquí, textos e imágenes con trazos pastoriles, con líneas sensibles, con 'olor' a mí.
Este es mi micho y desde aquí me expresaré.