Muchas musas, pocos amores



“Dónde hallaré la muchachita linda
que se decida quererme a mi
quiero vivir de nuevo en La Guajira
lo más contento, lo más feliz…
Si es necesario voy al Surimena
me acerco a Roche, a Manantial
llego a Hatonuevo me subo a la sierra
hasta Angostura  voy a llegar
creo que Las Pavas con su clima frío
me tiene reservada una linda mujer
tiene Barrancas un bello caserío
donde viven mujeres que se puede ver.
Si por allá no consigo
en la tierra ‘e Lagunita
me voy a Campo Florido
a San Pedro y Saraita”

La búsqueda de Leandro Díaz terminó en San Diego, a mitad del siglo pasado, cuando él pasaba de sus 25 años y había protagonizado profusos episodios de amores no correspondidos y lamentos cantados.
No fue una barranquera, una de Papayal, una hatonuevera o una Oreganal; no. Tampoco fue Matildelina, Josefa Guerra, Raquelina, Cecilia, ni mucho menos una ‘Gordita’.

Fueron Helena Clementina Ramos y Nellys Soto, sandieganas, las que le trajeron sosiego al corazón del trovador y lo hicieron experimentar el amor que tan incesantemente había buscado.
Esa es una historia que no se encuentra en sus cantos, pues acudiendo a aquel refrán que dice que ‘los caballeros no tiene memoria’, Leandro Díaz prefirió mantener en la intimidad su relación con las mujeres que  lo amaron y que le parieron nueve hijos.
A Helena Clementina la conoció un día que andaba con su amigo Pedro Julio Castro y llegaron a la casa de Juana Ramos, madre de la joven en San Diego; se hizo amigo de la familia. Con esta mujer ‘los sentimientos fluyeron’ de una manera diferente, serena; Leandro no experimentó esos sobresaltos de primer encuentro. Al comienzo fueron amigos y sólo se ennoviaron cinco años después. En 1.955 formalizaron su unión, que duró hasta hace dos años, cuando Helena Clementina murió, a causa de un padecimiento renal.
Fue una despedida muy dolorosa para Leandro Díaz, porque asegura que se quedó “como desconectado, muy solo” y sin con quién conversar en las noches de insomnio. “Es que un hombre sin mujer no vale nada”, asegura.
Con Nellys Soto también eran amigos al comienzo, pero después la amistad ‘pasó a mayores’ y terminó convertida en un hogar del que nacieron tres hijos.
Nellys continúa viviendo en San Diego, pero se ven poco desde que Leandro se mudó a vivir a Valledupar.

Un canto sublime
Aunque Leandro Díaz no logró conquistar a las mujeres de sus cantos, sus sentimientos por ellas lo llevaron a crear canciones que han pasado a la historia como excelsas joyas poéticas del folclor vallenato.
A Matilde Elina (con E) la conoció en Manaure, un día que iba a tocar una parrada y la muchacha se le presentó como la cuñada de Toño Salas, acordeonero de Leandro; conversaron y él prometió visitarla en El Plan, donde ella vivía, pero cuando él fue, ella se escondió. Más tarde Leandro se enteró que Matilde no sólo era una mujer ‘pertenecida’ sino que tenía hijos. No obstante, cosecharon una buena amistad, durante la cual Leandro se percató de la elegancia de la joven y de la gran admiración que ésta despertaba en El Plan. Y se enamoró.
Fue en ese estado de encantamiento que Leandro se fue a bañar al río Tocaimo. Era diciembre de 1.968. 
Al llegar a la orilla, encontró lo que podría denominarse una ‘conspiración divina’: Los pájaros cantaban, las aguas del río sonaban y el recuerdo de Matilde llenaba todos los espacios de su ser. La inspiración llegó como caída del cielo y Leandro hizo la canción que ha sido catalogada como un ‘milagro musical’.

El sentimiento se hizo más grande
que palpitaba mi corazón
el bello canto de los turpiales
me acompañaba esta canción.
Canción del alma, canción querida
que para mí fue sublime.
al recordarte Matilde
sentí temor por mi vida…
Si ven que un hombre llega a la Jagua
coge camino y se va pa’ El Plan
está pendiente que en la sabana
vive una hembra muy popular
es elegante, todos la admiran
y en su tierra fama
cuando Matilde camina
hasta sonríe la Sabana”.

La canción es una oda al amor, al encantamiento por una mujer, que llevó al trovador ciego a “ver las aguas claras del río”, a tener como cómplices a los turpiales e incluso a salirse de los parámetros de sus cantos, para crear uno que al final no parecía suyo.
“Yo hace más de cuarenta años hice una frase que puse a pensar al mundo entero: “Cuando Matilde camina hasta sonríe la sabana”, dijo hace poco el compositor y añadió: “Mucha gente se lo creyó y se iban hasta El Plan para ver caminar a Matilde”, cuenta Leandro Díaz.
Pero nunca tuvieron nada más que una buena amistad. La canción la grabó Alfredo Gutiérrez varios años después y se convirtió en emblema del amor.
Ella, la musa de esta canción, dijo recientemente al cronista Alberto Salcedo Ramos que ya está acostumbrada al asedio de la prensa, pues esta obra la convirtió en uno de los personajes del folclor vallenato. Dijo también que quiere mucho a Leandro Díaz como un amigo, nada más.

Una diosa, una gordita y otras
A Josefa Guerra, Leandro Díaz la conoció en Tocaimo y quiso, sin suerte, tener amores con ella, pero a la joven le gustaba otro y se mostraba altiva y engreída con él. Entonces, Leandro ‘echó mano’ de las historias de diosas y hadas que le contaba una de sus tías, imaginó a Josefa como una diosa y le hizo ‘La diosa coronada’.
La canción, de contenido surrealista, está en la lista de obras célebres de este compositor y fue el puente que lo conectó con el Nobel colombiano Gabriel García Márquez, que usó un verso del tema como epígrafe de su obra ‘El amor en los tiempos del cólera’.
“Él me cantaba y creía que yo me iba a emocionar. Yo no le paraba bolas”, contó después Josefa Guerra y añadió que escuchó la canción y no le dio importancia, aunque también expresó su desagrado porque el compositor “ha hecho plata” y a ella no le ha correspondido nada. Ante esto, Leandro expresa “¿Y qué le iba a dar?”.
Entre las tantas historias de amores no correspondidos de Leandro Díaz está la de una joven a la que él pretendía en Barrancas, La Guajira, donde le habían regalado una casa y él, como no tenía quién se la cuidara, pensó que lo mejor era buscarse una muchacha en el pueblo, que resultó ser una gordita. Sus viajes a Barrancas no eran frecuentes, de modo que un día al llegar, una comadre le dijo: “Mi sentido pésame”; “¿Se murió alguien?”, preguntó él. “No, es que fulana se fue con un chofer”, le contó ella. Le dolió a Leandro y así lo dejó ver en una canción de agravio que, por supuesto, lo enemistó con la joven.

“Ahora qué pensará la morena
cuando escuche mi canto
le quisiera gritar mala hembra
pero mejor me aguanto”.

“Los hombres no serían nada sin la mujer. Puede tener lo que tenga, si no tiene una mujer, no tiene nada”; dice Leandro Díaz Duarte y destaca el hecho que haber nacido de una mujer.
Muchas fueron las musas que lo inspiraron, con muchas de las cuales cosechó una buena amistad; con otras no, aunque a todas les agradece por haberlo hecho sentir lo que sintió, para que dijera en sus cantos lo que dijo; pues, en últimas, fue con sus canciones que consiguió lo que tango anheló en su niñez: el respeto de la gente.


RECUADRO
“Todos, menos yo”
Simón Salas le sacó un son a Elvirita
y Rafael le hizo un paseo a Marina
Emiliano le cantó a Carmen querida
y Julio Suárez le hizo a Chabelita
y Leandro Díaz le hizo a Cecilia
una que vive en Urumita”.

Contrario a lo que muchos llegaron a pensar, Leandro Díaz no tuvo con Cecilia nada distinto a una relación de amigos. Ella vivía en Urumita. “Era una cachaca que tenía una cantina y allá yo llegaba y me encontraba con los amigos, nos poníamos a parrandea y todos le cantaban a una mujer y yo no tenía a nadie para cantarle”, cuenta el compositor, quien entonces decidió cantarle a la mujer que siempre lo recibía con una sonrisa, una ranchera y un trago. En el transcurso de la canción, el compositor deja claro que sus amigos lograron consolidar sus amores, mientras él seguía solo.

Emiliano está muy bien posesionado
y Rafael está casado con Marina
Simón Sala y Julio Suárez andan gozando
y Leandro Díaz solito en la vida
no es desde hoy que ando buscando
maneras de curar mi herida”.

4 comentarios:

  1. Buen artículo ! ET

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  2. Como se llama la canción que canta oñate. Donde hallaré la muchachita lindabque se decida quererme a mi quiero vivir de nuevo en la Guajira lo más contento, lo más feliz

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  3. Como se llama la canción que canta oñate. Donde hallaré la muchachita lindabque se decida quererme a mi quiero vivir de nuevo en la Guajira lo más contento, lo más feliz

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