Ahí vienen otra vez los olores de mi infancia.
Han sido persistentes durante estos días. Se hacen presentes en mis noches de insomnio y en mis días de sol y me obligan sucumbir bajo el peso de las evocaciones: La leche klim con cola granulada de mis cinco años, el trigo cocinado de mis siete, los chontaduros de toda mi niñez; ah… los tapaos de chere y el quícharo pizao de los días de monte y las cucas y panochas en los ‘días de pueblo’.
¿Qué es lo que persiguen?
Con ellos llegan a mi mente también las imágenes del río Suruco con sus charcos seductores… y las bodas y noches de arroz clavao en la playa. Fue una época muy feliz. No quiero significar que esta no lo sea, pero sí era todo muy distinto, más tranquilo; había más sosiego, más calidez, más amistad… Y el pueblo, ¡Dios… cómo ha cambiado el pueblo!
¡Y estas imágenes!: Yo (siete años) sentada un viernes en la mañana en el corredor de la casa, viendo embelesada las champas repletas de plátano, banano y primitivo; sus bogas con rostro de alegría porque iban a vender la carga al pueblo: Mi papá, Tiliano, el señor Rosalino, Juan de Gracia, Magdaleno... No puedo olvidar que en las tardes, desde el mismo corredor, los veía subir con sus champas esta vez cargadas con ‘la merca’: Siempre llevaban cucas y panochas para los niños y una que otra libra de carne caleña o pescado de encargo para las casas del trayecto.
Pero el tiempo ha pasado y ahora el panorama se ha transformado. Las champas, que en las mañanas de antes viajaban río abajo cargadas ‘colino’, ahora lo hacen vacías; la expresión de los rostros de los hombres que las conducen también ha mutado en una de pesadumbre y cansancio. En las tardes se ven subir cargadas con plátanos y bananos, menos baratos y robustos que los que ellos mismos vendía otrora.
Los extensos colinos también desaparecieron; ahora muchas de esas hectáreas están pobladas con ‘la mata que mata’, transformación que ha traído una riqueza falsa a muchos de mis paisanos, desgracia y desasosiego a otros. La armonía del vecindario no es la misma, las paredes dividen rencores y envidias. “Las costumbres se han perdido”.
Por si fuera poco, el oro que se conseguía en abundancia en las playas y en ‘cualquier parte’ y que servía de sustento a los que no eran agricultores ya ‘se fue’; sus utilidades están en las arcas de foráneos que lo producen, dejando una devastación desoladora como única regalía. De paso, la producción minera ha acabado con los peces de los ríos. Adiós a los camarones, los barbudos, las chaqué y las anguilas. La contaminación de las aguas los mató.
De Istmina a Basurú ya no se va a pie por el camino, ya se pueden coger carros; el viaje por el río Suruco ha perdido vigencia y a Pepé llegan automotores. Yo no se ven borojós, que antes eran maleza en los patios de las casas, y los chontaduros se volvieron una mezcla rara de químicos y agua que venden por hasta 45 mil pesos el racimo; el choclo ya no se ve. Las mujeres ya no venden cucas, panochas y pasteles en el mercado y ‘La boca de la quebrada de San Pablo’ dejó de ser el lugar de encuentro de la gente que salía al pueblo.
Ya es cotidiano encontrar a ‘gente extraña’ en todos los trayectos, con un derecho arbitrario a saberlo y a controlarlo todo. Se perdió la libertad.
¡Qué cosas! Cuan minados están los corazones de hoy. Si tan sólo los seres humanos nos respetáramos los unos a los otros, si no sucumbiéramos ante la ambición y la codicia, si valoráramos las cosas que tenemos, si entendiéramos que somos un milagro de Dios, si nos abstuviéramos de caminar por encima de la cabeza de los demás, todo sería tan distinto. Los paisajes de mi adultez serían tan sosegados como los de mi niñez y estos asaltos no me pondrían tan nostálgica; quizás los herederos de Rosalino, Juan de Gracia, Magdalena y mi papá seguirían siendo proveedores y no compradores de plátano y banano en los puertos de Andagoya, Condoto e Istmina. Los senderos serían seguros, los vecinos serían amigos y yo no estuviera aquí sentada haciendo este escrito.
Glosario
Chere = Bocachico
Quícharo = Moncholo
Quícharo pizao: asado y luego machacado con una piedra y rociado con aceite
Cucas = Queques
Panochas = Bizcochos
Arroz clavao = A este arroz se le introducen trozos de queso cuando está secando
Champa = Canoa
Bodas = Paseos
Trigo = Fruto del árbol del pan
Colino = Cultivo o su producto.
Que recuerdos, que nostalgico aceptar que las costumbres de los pueblos son cambiadas de manera arbitraria. Duele y duele mucho recordar el ayer y auto obligarse a vivir un presente plagado de vicios, de artimañas, de terror... Como se va deteriorando la humanidad. Duele y duele mucho.
ResponderEliminarLindo escrito.