Edelma está en el cielo.
Una persona como ella no pudo haber ido a otro lugar, después de abandonar el mundo terrenal.
Ayer, cuando Daniel Mera (amigo, periodista) me dijo –por el Chat- que ella había muerto, experimenté una sensación muy fuerte; fue una noticia trasteen extremo.
La conocí hace poco en La Paz, municipio cesarense en el que nació. Fue un encuentro muy agradable porque al vernos entendimos que algo nos unía: nuestros ancestros, el amor por la literatura y la esencia de las cotidianidades que nos inspiran e inspiraban a escribir.
Me quedo con sus últimas fotografías. Ese día fue hermoso. Yo viajé desde Valledupar a La Paz y sin previo aviso me presenté en su casa; me salió al encuentro María Pérez de Canales, una de las madres más tiernas que he conocido. Me dijo que Edelma no se había levantado (10:00 A.M.) porque no había pasado una buena noche… ¡¡¡Esos benditos dolores!!! “Voy a decirle que tú estás aquí”, dijo María y se perdió por el fondo del pasillo.
‘Al cabo rato’ salió Edelma. Venía sonriente con su falda larga, su blusa sin mangas y sus sandalias
¡Se puso linda para mí! No la volví a ver, pues la promesa de regresar a la Paz se fue posponiendo entre los afanes de mi oficio, la distancia y el padecimiento que finalmente se la llevó sin que mi promesa se pudiera cumplir.
Fue una gran mujer y espero verla en ese lugar eterno al que también yo aspiro a llegar.
En este link encontrarán el artículo que le dediqué en agosto pasado y que este sábado Daniel Mera publicó en el tiempo, como forma de expresarle nuestro carió. ¡Paz para Edelma!
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