Shocquibtown

"Somos pacífico, estamos unidos
Nos une la región
La pinta, la raza y el don del sabor"

No conozco personalmente a Tostao, ni a Goyo ni a Show, pero con ellos tengo en común algo muy importante: que ‘Somos Pacífico’, que vienen ‘De donde vengo yo’,  del Chocó, esa hermosa y lluviosa zona del suroccidente colombiano, donde el verde es mucho más verde y el amor es más cálido.
Ellos me hacen experimentar ese orgullo grande que se siente de ser uno de donde es, de compartir terruño con personas tan bacanas.

Es que se veían tan imponentes allá en Las Vegas, en la ceremonia de los Grammy, contando que “de donde vengo yo/la cosa no es fácil pero siempre igual sobrevivimos/de tanto luchar siempre con la nuestra nos salimos/y aquí se habla mal pero todo está mucho mejor/tenemos la lluvia el frío el calor… Hay minas llenas de oro y platino/reyes en la biodiversidad/bochinche entre todos los vecinos/y en deporte ni hablar”.

Adiós a la mujer de los instintos guerreros

Edelma está en el cielo.
Una persona como ella no pudo haber ido a otro lugar, después de abandonar el mundo terrenal.
Ayer, cuando Daniel Mera (amigo, periodista) me dijo –por el Chat- que ella había muerto, experimenté una sensación muy fuerte; fue una noticia trasteen extremo.
La conocí hace poco en La Paz, municipio cesarense en el que nació. Fue un encuentro muy agradable porque al vernos entendimos que algo nos unía: nuestros ancestros, el amor por la literatura y la esencia de las cotidianidades que nos inspiran e inspiraban a escribir.

¡Avise dónde va a estar!

- Muy bonito… un día de estos le voy a dar rejo (fuete) por desaparecerse todo el día sin avisar dónde está.

- Madre, pero si tú sabes que me tocó viajar y después estuve en el periódico, trabajando…

-Sí, pero la costumbre es que usted (me interrumpe y no me tutea) llame cuando se va a demorar… Ustedes como hijos no saben cuánto sufre una madre….

De nuevo pronuncia una retahíla sentimental que ya yo me sé de memoria. Entonces la abrazo y le prometo que no volvería a pasar, teniendo como única certeza la convicción de que faltaré a mi promesa el primer día de trabajo acelerado que se me presentara.