Pronuncia la frase con un acento de nostalgia que se mantiene
presente en él durante toda esa mañana de
marzo, en la que una romería de recuerdos, tristes y alegres, llegan a visitarlo
en el patio de su casa en el barrio Las Gaviotas de Valledupar.
Tiene razones para estar confinado: Ya las parrandas
inolvidables se fueron, como también lo hizo el sosiego en las calles por las
que podía andar sin inquietudes distintas a las producidas por el nerviosismo
de ser bien recibido al llevar una serenata. “Me da temor. Yo leo todos los
días en la presa que ahora asaltan y lo hacen es disparando, entonces me da
como miedo salir a la calle”, dice Gustavo Gutiérrez Cabello, el hombre viajero
de sus cantos, que ahora los lleva por diversos rincones del mundo, convirtiéndose
esas giras en oportunidades de esparcimiento: “Los fines de semana como viajo
por distintas partes del país a cantar, me distraigo bastante, los viernes y
los sábados; llego los domingos y me quedo toda la semana aquí encerrado”, y
cuenta que decidió clausurar la entrada principal de su casa y reforzar la
seguridad en la puerta del balcón, después de ser víctima de atracos, que le
ratificaron la materialización de sus temores de antaño, cuando elevó para que
la violencia no llegara al Valle.