En este día...


Yo nací en el bosque verde y exuberante de un país en cuyo nombre subyacen las significaciones de una paz que hoy se ha ido, que regresa de tiempo en tiempo y se materializa en palabras de los viejos de mi tierra, quienes cuentan historias de épocas apacibles en las selvas - como la mía, allá en el suroccidente colombiano- y también en los poblados plenos y también en proceso de emancipación.

Son relatos añejos: De valentía, de cultivos y caza, de camaradería y divergencias solucionables, de trueques, de conciencia y respeto racial, de cenas en familia, de amores y de luchas.
Son cuentos muy hídricos, con ríos y quebradas viajando imperturbables por sus cauces originales, convertidos en el vecindario inmaculado de muchos seres vivos, hasta llegar a sus destinos finales, entre estos el pacífico de mi infancia y el Caribe de mi presente…
En ocasiones, en mis días de privilegio rural, puedo percibir el pasado en los cantos de las aves; concibo entonces el título aquel de país biodiverso que tiene mi patria; ‘me pierdo’ en los paisajes encantadores de valles y montañas y valoro la fertilidad – libre de tóxicos - de los suelos de este territorio llamado Colombia, que emana la savia para la naturaleza que me provee el alimento a mí y a otras vidas que se ofrendan para que la cadena alimenticia tenga todos sus eslabones…

Hoy, al ver tantas banderas izadas y el entusiasmo de muchos, experimenté una sensación muy agradable, era como los aromas del amanecer cuando se está horneando el pan y el café hierve en el fogón; pero es una sensación intermitente, agridulce, porque tengo muchas preguntas sin resolver: Por ejemplo, si hoy con amarillo homenajeamos la riqueza de nuestro suelo, la soberanía, la armonía y la justicia, ¿por qué esos conceptos están tan agrietados en nuestra realidad?; ¿para qué rendirle honores, en azul, a nuestros océanos y ríos hoy, si mañana vamos a seguir contaminándolos y profanando su cauce para dar paso a la devastación de una riqueza que no lo es tanto?. Se supone que ondeamos un rojo por la honra de los patriotas honorables e impolutos que cayeron sí, pero teniendo su frente en alto hasta el último aliento de sus vidas, sin vender sus principios, sin dejarse permear por el mal, persiguiendo la libertad en todas sus dimensiones; el rojo lo ondeamos hoy en honor al amor, al poder limpio y soberano, a la fuerza y al progreso; pero busco todas estas cosas en el presente de mi patria y encuentro imágenes muy borrosas, muy turbulentas.
Me senté hoy otra vez a intentar encontrar un lugar en este presente para los conceptos de las historias de mis ancestros y concluyo compungida que es urgente que nos repensemos a la luz de lo que dice la historia que somos y de lo que nos muestra la realidad, entendiendo -por supuesto- los nuevos contextos, pues de lo contrario será necesario resignificar nuestra bandera, palabras como libertad, autonomía, respeto, reconocimiento del otro en este país pluriétnico y multicultural.
Ahora les pido un permiso. Voy a buscar el significado de la palabra paz, pues tengo la certeza de que significa lo mismo en cualquier idioma o lengua, incluso en guambiano y en la jerga militar.

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